Seguro que eres de las típicas personas que creen que comes sano porque no añades azúcar al café. Permíteme decirte que vives engañada por la famosa industria alimentaria que te mete el azuquita refinada hasta en la escobilla del váter. El problema es que muchas veces no está en lo que echas con la cucharilla, sino en lo que está escondido en tu plato. Alimentos disfrazados de carnaval como si fueran sanos con la gran fama de saludables, pero que cuando los metes en tu cuerpo hacen el mismo efecto que si te comieras una bolsa de gominolas del quiosco de tu barrio.
Hoy desde el Nutri Mortis, vamos a ponerle cucharadas de azúcar a lo que realmente te está disparando la glucosa sin que te des cuenta.

1. Avena instantánea🥣
¿»Avena saludable para desayunar»? o mejor, el que te vende tu influencer de Tiktok, ¿“Porrie ultrasano funcional de avena” ? Pues desde el Nutri Mortis, te aconsejamos que solo si es integral, sin procesar y sin toppings azucarados. Pero la realidad es que la mayoría de avenas que compras en el supermercado de tu barrio vienen precocidas, ultraprocesadas y con un índice glucémico por las nubes.
Cuando te tomas ese tazoncito de avena instantánea con plátano, miel y diferentes toppings que crees que son sanos, le estás metiendo al cuerpo el equivalente a 6 u 8 cucharadas de azúcar blanco refinado. Y luego te preguntas por qué a media mañana te tiembla el pulso o te viene el bajón.
2. Pan blanco🍞
Ese pancito blanco que te venden en el super de debajo de tu casa o mejor aún, el que te tomas en Bar Manolo por la mañana recién descongelado con tomatito frito ultraprocesado y aceite refinado…permíteme decirte que te estas metiendo veneno en tu preciado cuerpo.
Y no, no suele llevar azúcar en los ingredientes (aunque a veces sí), el problema es que la harina blanca refinada se comporta como azúcar en tu cuerpo. Se digiere en segundos y te dispara la glucosa como el punto más alto de una montaña rusa.
Dos rebanadas de pan blanco en cualquier comida tienen el mismo efecto que meterte cinco cucharadas soperas de azúcar. Pero como no sabe a dulce, te lo comes tranquilo.
3. Arroz blanco🍚
De las comidas más típicas cuando no tienes mucho tiempo, el bolcito de arroz ultraprocesado con tomatito frito (más azucarado que una palmera de chocolate) y el huevo frito… matarratas para tu cuerpo. El arroz blanco es básicamente almidón puro, no tiene fibra, no tiene proteína, no tiene apenas sabor y al cuerpo le cuesta cero convertirlo en glucosa. Una taza de arroz blanco cocido (de las que te comes con el huevo frito con aceite refinado que chorrea y el tomate frito ultraprocesado) es como tomarte 10 cucharadas de azúcar.
Y claro, luego pasa lo de siempre. Terminas más hinchado que un globo, con un sueño como si no hubieras pegado ojo la noche anterior, y con un hambre voraz a las dos horas.
4. Yogures «de frutas» o «light»🥛🍓
Piensas que estás merendando sano o peor aún, que le estás dando a tu hijo su merienda favorita por darle su yogur de coco (su sabor favorito). Pero esos yogures con frutas, desnatados, “+ proteínas” o «0% materia grasa» tienen más azúcar que un postre casero. La industria te la cuela quitándole la grasa para que digas «light», y le meten azúcar y edulcorantes para que te puedas comer uno tras otro.
Uno solo tiene lo equivalente a 3 o 4 cucharadas de azúcar. Y como el envase es pequeño, te lo sueles comer a pares.
5. Barritas de cereales “fitness”🌾
En el pasillo de “alimentos sanos” del super suelen ocupar varias baldas y la industria alimentaria te la cuela con un envoltorio muy llamativo que pone «energía», «fibra», «natural» o la estrella de la función “0% azúcares añadidos” pero en realidad te la están colando con una barrita que no deja de ser un caramelo con forma rectangular. Esta barrita es famosa por tener una lista incontable de ingredientes, llenas de siropes, más azúcares que un pastel de cumpleaños y petada de cereales más procesados que el aceite de tu coche. El resultado: Un chute de glucosa que se te va en menos de una hora y te deja peor que estabas.
Una barrita puede llegar a tener el efecto de 4 o 5 cucharadas de azúcar blanco. Y encima te piensas que estás cuidándote.
📌Conclusión
Piensas que llevas una dieta sana y perfecta porque no tocas los dulces de la pastelería de tu barrio, pero a tu cuerpo le da lo mismo si el subidón viene de un bol de avena que con miel que viste en Instagram o de un pastelito industrial. Si lo que comes se convierte en glucosa en dos minutos y el efecto metabólico es el mismo.
Seguimos con el mismo bucle: Subidón de azúcar → subidón de insulina → inflamación → hambre voraz al rato → cansancio → antojos → necesidad de más azúcar → más inflamación → más lío.
Y ahí estás tú: Con el cuerpo más hinchado que el muñeco michelín, con sueño todo el día, el coco espeso y los ánimos por los suelos… y tú pensando en la famosa frase repetida como borregos “Esto seguro que es la edad”.
Si no empiezas a mirar más allá de las etiquetas, desde el Nutri Mortis te aseguramos que estás cavando tu propia tumba dulce.