📝“Siempre estoy con antojos, no me puedo controlar”

Si cada vez que entras a la cocina, abres la despensa y dices “solo un trocito más o solo un puñadito más” y acabas con el paquete vacío y con la cara del Joker, no es casualidad, ni falta de voluntad ni mucho menos gula. Es tu biología interna se encuentra pidiendo auxilio a gritos y tú eres cómplice del silencio a base de azúcar refinada y ultraprocesados.

Los antojos no son caprichos que te da la vida, son señales de un cuerpo en caos. Tu microbiota está más desbalanceada que un borracho en la feria del pueblo, tu glucosa va en una montaña rusa y el cortisol te tiene en modo ahorro de energía.

Sin embargo, mientras no entiendas qué hay detrás de ese impulso por comer lo que sabes que no te conviene, seguirás atrapado en el bucle del picoteo, la ansiedad y el “empiezo el lunes”.

Aquí en el Nutri Mortis no venimos a juzgarte en la guerra contra los antojos, sino que venimos a descifrar el por qué te ocurre esto. Porque cuando entiendas el mensaje detrás del antojo, recuperarás el control de tu rutina. ¡Vamos al lío!.


⚠️Causas más comunes de los antojos

¿Por qué no puedes parar de picar? Los antojos no siempre es falta de voluntad, sino son el resultado de un desajuste interno. Recuerda que tu cuerpo no se ha vuelto tu enemigo, sino que simplemente está gritando por ayuda. Vamos a traducir juntos en el mismo idioma las causas más comunes por la que no puedes dejar de «picotear»:

1. Hipoglucemia reactiva

Para que lo entiendas y sin tecnicismos, tu glucosa está en la montaña rusa del parque de atracciones. Aquí te dejo como funciona:

Comes el dulcecito o ultraprocesado → subidón de azúcar → el páncreas entra en pánico y suelta insulina como si no hubiera un mañana → bajonazo brutal → tu cuerpo entra en modo ahorro de energía y te pide más azuquita.

El resultado final: Un hambre voraz, irritabilidad y el clásico «tengo hambre, necesito algo ya o me muero».

2. Disbiosis Intestinal

Cuando tu microbiota está desbalanceada entre los «bichitos buenos» y los «bichitos malos», las bacterias patógenas se adueñan del timón y literalmente te manipulan para que comas lo que las alimenta: Azúcar y harinas refinadas.

3. Cortisol desregulado

El cortisol no es malo, es la hormona que te activa por la mañana, que te ayuda a reaccionar ante el estrés y que mantiene tus niveles de energía estables. El problema es cuando se desregula y ahí, amigo, empieza el festival del antojo. Y para colmo, altera tu glucosa y tu capacidad de decir “no” cuando el donut de chocolate te mira con ojos de cordero.

4. Deficiencias nutricionales

Falta de magnesio, triptófano, zinc, vitamina B6 y tu sistema nervioso se viene abajo.
¿Sabías que el magnesio regula la dopamina y la serotonina? Cuando falta, no solo te sientes ansioso: Necesitas “premios” constantes en forma de comida basura. Tu cuerpo busca dopamina rápida, y tú terminas como una aspiradora de snacks.

5. Mal descanso

Cuando no descansas bien, tu cuerpo entra en modo supervivencia. ¿Qué significa esto? Aumenta la grelina (hormona del hambre) y baja la leptina (la que te dice «para ya, ya comiste lo suficiente»). El resultado es que te levantas al día siguiente con mas hambre que el tamagochi de un sordo y con antojo de algo rápido, dulce y gratificante.

Pero no es solo al despertar. Durante todo el día estás más irritable, con menos fuerza de voluntad y el cerebro más lento. ¿Y qué pide el cuerpo cuando no puede más? Azúcar, harinas refinadas, cafeína a tutiplén, y todos esos “premios” que lo único que hacen es echar más gasolina al fuego.

Además, la falta de sueño eleva el cortisol (estrés), dificulta la gestión de la glucosa y altera la sensibilidad a la insulina. Traducido: Más antojos, más picoteo, más grasa abdominal y más frustración.

6. Dopamina por los suelos

¿Y si tus antojos no vinieran del estómago, sino del cerebro? La dopamina es un neurotransmisor que regula el placer, la motivación y la recompensa, también tiene mucho que decir cuando estás asaltando la despensa por tercera vez en el día.

Cuando tus niveles de dopamina están bajos (por estrés crónico, mal descanso, aislamiento, aburrimiento o inflamación cerebral), tu cuerpo busca compensar esa carencia con lo que más rápido le da un subidón: Azúcar, comida basura, harinas refinadas, cafeína… el pack completo del “placer exprés”.

Pero ese subidón es falso. Dura minutos. Después te deja más vacío que antes, con más culpa y con el sistema nervioso aún más desregulado.

Además, si llevas tiempo estimulando tu sistema de recompensa con comida hiper sabrosa (como si vivieras en un buffet libre mental), tu cerebro se vuelve menos sensible a la dopamina. Necesita más cantidad para sentir lo mismo. Es decir: Te vuelves adicto al estímulo y cada vez te cuesta más parar.


🚨Síntomas de que tus antojos no son normales

  • No puedes parar hasta que se acaba: Empiezas con “solo una galleta” y terminas con el paquete vacío, mirando las migas como el Monstruo de las Galletas de Barrio Sésamo. Eso no es falta de fuerza de voluntad sino tu biología interior estropeada.
  • Antojos a todas horas: ¿3 de la tarde? ¿11 de la noche? ¿Después de cenar? Si tus antojos son casi como un reloj, es tu glucosa, tus hormonas o tu microbiota marcando la agenda.
  • Ansiedad + picoteo + culpa: Entras en este famoso bucle: Comes algo para calmar la ansiedad, pero después te sientes mal, lo cual te genera más ansiedad y que calmas comiendo otra vez. Bienvenido a la rueda del hámster emocional.
  • Te levantas cansado y con hambre por cosas dulces: Es un signo claro de que no estás usando bien la grasa como energía. Tu cuerpo depende de subidones de glucosa, y cuando no los tiene, entras en “modo zombi come azúcares”.
  • Irritabilidad si no comes “algo ya”: Esa sensación de que si no comes algo (normalmente pan, dulce o café) vas a explotar. Puede parecer emocional, pero suele ser hipoglucemia reactiva o cortisol desregulado.
  • No te sacian comidas reales: Te comes un plato sano, nutritivo pero a los 10 minutos ya estás buscando “algo más”. Eso indica que tu sistema de recompensa está hackeado y no reconoce el verdadero combustible.

🔧¿Cómo evitar los antojos?

Si has llegado hasta aquí ya entendiste que los antojos no son solo falta de fuerza de voluntad sino que hay desajustes internos, carencias, estrés y un cuerpo que grita lo que necesita… pero lo pide mal. Ahora toca actuar.
Desde el Nutri Mortis no venimos a decirte “come una manzana en vez de un bollo”, sino a enseñarte y educarte cómo equilibrar tu cuerpo para que ni siquiera lo pida.
Vamos a reprogramarte desde dentro con las siguientes estrategias:

1. Desayuna conscientemente

Arrancar el día con tostaditas blancas con aceitito refinado y café con azúcar es como empezar una guerra desarmado. Tu glucosa sube como cohete y luego se desploma… ¿la consecuencia? Antojos a media mañana y ansiedad a media tarde.


👉Ejemplo de Desayuno Funcional: Prioriza proteínas (huevos, jamón serrano, atún, salmón, yogur griego), grasas saludables (aguacate, AOVE, frutos secos) y fibra (semillas, avena integral, verduras). Tu cuerpo necesita estabilidad, no picos de glucosa como si se tratase esto de una montaña rusa.

2. Reconquista tu microbiota intestinal

Una microbiota desequilibrada no solo afecta tu digestión sino que también sabotea tus decisiones. Algunas bacterias patógenas literalmente te hacen desear lo que ellas quieren: Azúcar y ultraprocesados. Aquí te dejo varios tips para reconquistar a tu amada microbiota:

  • Aumenta prebióticos (ajo, cebolla, puerro, alcachofa, plátano verde)
  • Introduce probióticos (chucrut, kéfir, kombucha real, yogur de cabra)
  • Evita edulcorantes artificiales y ultraprocesados que alteran el ecosistem

3. Elimina los picos de glucosa

Si tu glucosa baila, tu cerebro sufre. Y cuando entra en “modo hambruna”, adivina qué pide primero: lo rápido y dulce.
¿Por qué? Porque el cerebro es un órgano exigente, impaciente y adicto a la eficiencia. Si detecta una bajada brusca de glucosa en sangre, activa las alarmas y te lanza directito a por aquello que más rápido la suba: Azúcares simples, harinas refinadas, chocolatinas o lo que sea que te dé un subidón exprés.

El problema es que ese subidón es un espejismo: Te da energía momentánea y te deja peor que antes. Subida, bajón, antojo. Y vuelta a empezar. Por aquí te dejo consejos para que no te pase esto:

  • Nunca comas solo carbohidratos: Acompáñalos siempre de una fuente de proteínas y grasa buena
  • Vinagre de manzana antes de comer (1 cucharada en agua): El vinagre de manzana ayuda a reducir la respuesta glucémica.
  • Camina 10 minutos después de las comidas para mejorar la gestión de glucosa. Simple pero poderoso.

4. Gestiona el estrés antes de que el estrés te gestione a ti

Cuando el cortisol está disparado, no hay voluntad que valga. Entras en modo «comer o morir», aunque no lo necesites.

Y todo esto no es una metáfora: Tu cuerpo, en estado de alerta constante, interpreta que estás en peligro, aunque el único león que te persigue sea el jefe, la hipoteca o la ansiedad existencial. ¿La respuesta? Liberar cortisol, la famosa “hormona del estrés”, que pone a tu organismo en modo supervivencia. Para evitar que el cortisol te domine, deberías de implementar lo siguiente:

  • Haz pausas conscientes durante el día (respiración, mindfulness, estiramientos).
  • Prioriza el descanso nocturno: Sin buen sueño, tu control de impulsos se esfuma.
  • Evita sobrecargarte de tareas, intoxicación o pantallas 24/7

6. Planifica y prepárate

Tener comida real disponible es medio camino ganado. Pero si tu casa es una trampa de ultraprocesados, tu fuerza de voluntad tiene los días contados.
Porque sí, puedes tener toda la motivación del mundo, pero si abres la despensa y lo primero que ves son galletas de chocolate, barritas azucaradas y “snacks saludables” con más aditivos que ingredientes, el antojo te gana por KO:

  • Prepara con antelación snacks que no saboteen tu metabolismo: Hummus casero con palitos de zanahoria, huevos cocidos, frutos secos al natural. Si tienes opciones a mano, tomas mejores decisiones sin pensarlo.
  • Haz una compra estratégica: Lo que no está en casa, no te lo comes, así de simple. No compres lo que no quieres que acabe en tu estómago a las 11 de la noche mientras ves Netflix.
  • Hackea tu entorno: Lo saludable debe ser lo primero que veas cuando abras la nevera o la despensa. Lo demás mejor que ni esté, y si está, mejor que lo tires a la basura.

Esto no va de tener más fuerza mental, va de diseñar un entorno que trabaje a tu favor, no contra ti.


📌Conclusión

Si vives peleando contra tus antojos, no es falta de fuerza de voluntad. Es tu cuerpo gritando: “¡No puedo más!”
La glucosa en montaña rusa, un intestino desequilibrado, carencias nutricionales, estrés hasta las pestañas y un sueño que da pena… ¿Y encima quieres resistirte al chocolate como si nada?.

Esto no se arregla con más control, sino con estrategia. Con comida de verdad, planificación con cabeza, descanso reparador, y un sistema nervioso que no viva en alerta roja.

Porque cuando el cuerpo está en equilibrio, los antojos no mandan sino que desaparecen o se pueden gestionar. Pero si sigues ignorando las causas en esta guerra seguirán ganando ellos.

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