Hay cosas que deberían arder como las hogueras de San Juan o tus ganas de vivir pero lo que no debería arder es tu garganta cada vez que comes. Si sientes que tragaste lava o que tienes un dragón haciendo guardia en el esófago, probablemente no sea una posesión demoníaca. Es reflujo gástrico.
Y mientras tú te enchufas antiácidos como si fueran chuches, el verdadero problema sigue ahí: una digestión disfuncional, una mucosa inflamada y un estómago que ya no sabe cómo pedir ayuda.
Bienvenido al lado oscuro del ardor interno. Aquí, en Nutri Mortis, no apagamos el fuego con placebos: lo entendemos, lo desarmamos… y lo solucionamos desde la raíz.

🔥Gastritis y reflujo gástrico: ¿Qué tienen que ver?
Aunque parezcan primos lejanos, la gastritis y reflujo gástrico son más como hermanos conflictivos que se retroalimentan. La gastritis es una inflamación de la mucosa del estómago, y el reflujo es la subida del ácido estomacal hacia el esófago. Diferentes zonas, mismo drama digestivo.
Cuando tienes gastritis, tu estómago está tan irritado que puede alterar la producción de ácido: o produce de más, o produce mal. ¿Y qué pasa entonces? Que ese ácido mal gestionado termina subiendo como una ola rebelde por el esófago, causando ardor, tos, dolor y, en casos extremos, hasta lesiones.
Pero también pasa al revés: el reflujo repetido puede irritar el estómago y desencadenar gastritis secundaria, generando un círculo vicioso que ni el mejor exorcista digestivo querría ver.
Así que si tú vas por ahí tratando el reflujo sin mirar si hay una gastritis de fondo, es como ponerle un parche a una tubería rota ya que el agua (en este caso el ácido) va a seguir saliendo por otro lado.
⚠️Causas del reflujo gástrico
Aunque muchos creen que el reflujo se debe a un exceso de ácido estomacal, la realidad es justo la contraria: la mayoría de los casos se deben a un déficit de ácido y mala digestión. Aquí van los culpables principales:
1. Hipoclorhidria
Aunque suene contradictorio, mucho reflujo viene por poco ácido por lo que un estómago con hipoclorhidria no puede descomponer bien los alimentos, así que estos se quedan ahí, en plan okupa. Eso genera fermentación, gases y presión. ¿El resultado? El contenido gástrico empuja hacia arriba da la bienvenida al ardor.
2. Infección por Helicobacter pylori
Esta bacteria no solo es resistente sino que también infecta el estómago, altera la producción de ácido y puede desencadenar gastritis crónica. Todo esto ralentiza la digestión y deja la puerta abierta al reflujo. Es sigilosa, común… y muchas veces pasa desapercibida.
3. Dieta inflamatoria
Tu estómago no está diseñado para sobrevivir a una dieta basada en ultraprocesados, azúcar refinado o alcohol. Este «cóctel molotov» irrita la mucosa, altera la producción de ácido y rompe los mecanismos naturales de protección digestiva.
4. Antiácidos, omeprazol y compañía
Usar antiácidos y protectores gástricos puede parecer alivio, pero a largo plazo son un arma de doble filo. Reducen tanto el ácido que empeoran la digestión y la absorción de nutrientes esenciales como el magnesio, hierro, calcio o B12. Como resultado obtendremos más fermentación, más reflujo, y un cuerpo desnutrido por dentro.
5. Comer rápido y demasiado
Tu estómago no es una licuadora industrial. Tragar sin masticar, comer tarde o hasta sentir que explotas hace que el estómago trabaje forzado, produzca más gases y aumente la presión sobre el esfínter esofágico.
6. Estrés crónico
Estamos de acuerdo que el estrés es uno de los grandes problemas del siglo XXI. Cuándo te encuentras estresado, el famoso cortisol se dispara y con él se suprime la producción de ácido y enzimas. Tenemos como consecuencia una digestión ineficiente, fermentación y reflujo en modo repeat.
Además, el estrés aumenta la sensibilidad del esófago, así que cualquier estímulo arde el doble, el cortisol inhibe la producción de ácido y enzimas. Y sin buena digestión, la comida fermenta y se dispara el reflujo.
🚨Síntomas del reflujo
El reflujo no siempre se presenta con fuegos artificiales en la garganta, pero cuando lo hace… lo sabes. A veces es un ardor sutil, otras veces parece que tragaste lava. Y otras, ni te enteras de que está ahí, pero va dejando huella. Te dejo aquí todos los síntomas:
- Ardor estomacal o en el esófago: Esa sensación de fuego subiendo desde el estómago al pecho no es dramatismo: es ácido escapando donde no debe. Clásico, molesto… y totalmente evitable.
- Regurgitación ácida o sensación de vómito: Cuando sientes que la comida vuelve, acompañada de un líquido ácido o amargo en la boca, es reflujo en modo “boomerang digestivo”. Nada sexy, y nada normal.
- Tos seca o carraspeo constante: ¿Toses sin estar resfriado? El ácido puede irritar la garganta y las vías respiratorias, provocando tos crónica y esa sensación de «tener algo ahí».
- Sensación de nudo en la garganta: Esa presión incómoda que no se va ni con agua puede deberse a una inflamación del esófago. El cuerpo interpreta el ácido como amenaza… y tensa todo el sistema.
- Dificultad para tragar: El paso de la comida se vuelve torpe y pesado. El ácido puede inflamar tanto que tu esófago decide montar un atasco por seguridad.
- Mal aliento persistente: Cuando hay reflujo crónico, el ácido y los restos de comida en descomposición suben… y eso, amigo, huele. Por mucho que te cepilles los dientes.
- Náuseas matutinas: Levantarte con revoltijo en el estómago no siempre es culpa de lo que cenaste. El ácido subiendo durante la noche puede dejar su huella al despertar.
- Voz ronca sin causa aparente: El ácido toca tus cuerdas vocales y las inflama. Resultado: voz de fumador fantasma aunque no hayas tocado un cigarro. Reflujo en modo tenor trágico.
Y si estos síntomas son diarios o empeoran por la noche, estamos ante un desequilibrio digestivo serio que merece atención real.
🍽️Cómo eliminar el reflujo con nutrición funcional
Lo que tu cuerpo necesita es comprender por qué arde y resolverlo desde la raíz. La nutrición funcional no tapa síntomas, los desactiva. ¿Cómo? Reparando, desinflamando y devolviendo a tu sistema digestivo el arte de digerir sin incendiarse. Ya sabes, olvídate de parches. Aquí hablamos de soluciones que funcionan porque abordan el origen del problema. Toma nota:
1. Elimina los alimentos que irritan tu estómago ❌
- Café: Estimula el reflujo, especialmente en ayunas o en personas sensibles. Puedes probar con achicoria o té rooibos.
- Harinas blancas y azúcar: Inflaman, alteran la microbiota y fermentan. Lo peor para un estómago en llamas.
- Tomate, cítricos, picante y alcohol: Pueden ser irritantes directos si la mucosa está dañada. Elimina temporalmente y reintroduce más adelante si es posible.
- Ultraprocesados y grasas trans: Aumentan la inflamación sistémica y dificultan la digestión. Cero beneficios, solo problemas.
2. Favorece una digestión calmada y eficiente ✅
- Come ligero, temprano y despacio: Cenas a las 10 y acostarte a las 11 = receta segura para el reflujo. Cena a las 20 h, en paz y sin pantallas.
- Añade amargos naturales: Rúcula, escarola, diente de león o infusión de boldo estimulan la producción de bilis y ácido, mejorando la digestión.
- Usa alimentos ricos en enzimas: Papaya y piña fresca (no en conserva) aportan bromelina y papaína, dos aliadas digestivas.
- Infusiones calmantes: Manzanilla, regaliz DGL, malva o melisa ayudan a reducir la inflamación de la mucosa y calman el esófago.
💊Suplementos útiles para el reflujo
Los suplementos no sustituyen una mala alimentación, pero bien usados pueden servir de gran alivio digestivo. Eso sí, bajo control profesional, porque no todo sirve para todos:
- Betaína HCl con pepsina: Útil en casos de hipoclorhidria (bajo ácido). Se toma bajo supervisión profesional y siempre con comida rica en proteínas. Mejora la digestión y previene fermentaciones ácidas.
- Enzimas digestivas: Facilitan la descomposición de alimentos cuando el sistema digestivo está lento o perezoso. Reducen la presión intraabdominal y el riesgo de reflujo post comida.
- Probióticos específicos: Reequilibran la microbiota y reducen la inflamación gástrica.
- Zinc carnosina: Repara y protege la mucosa del estómago. Es un combo con efectos regeneradores ideal en gastritis con reflujo crónico. Calmante y restaurador.
- Melatonina: En dosis bajas, fortalece el esfínter esofágico inferior y reduce el reflujo nocturno. No solo es para dormir mejor… también para digerir sin arder.
- DGL (regaliz deglicirrizado): Calma la mucosa gástrica sin subir la tensión. Tiene efecto antiinflamatorio y protector. Se toma antes de las comidas como escudo natural.
- Aloe vera deshidratado: Desinflama, alivia y ayuda a regenerar el tejido gástrico. Ideal para calmar el ardor y acelerar la recuperación del epitelio digestivo.
- Glutamina: Aminoácido esencial para la regeneración intestinal. Refuerza la barrera mucosa, mejora la absorción de nutrientes y disminuye el estrés digestivo.
📌Conclusión
El reflujo gástrico no es una condena perpetua ni un castigo divino sino que es un síntoma de que tu sistema digestivo está desajustado, inflamado o simplemente harto de que lo ignores. No basta con apagar el fuego con un antiácido y hacer como si nada; hay que preguntarse por qué arde.
¿Demasiado estrés? ¿Pocas enzimas? ¿Una dieta de ultraprocesados? Sea cual sea la causa, la nutrición funcional y la medicina integrativa no solo apagan el incendio, sino que reconstruyen los cimientos de tu digestión para que no vuelva a estallar.
Porque en Nutri Mortis lo tenemos claro: si tu cuerpo habla, escúchalo antes de que grite.