En contraparte a la lista de buenos hábitos, quiero mostrar una lista de lo que suele hacer la mayoría de gente un día cualquiera. Mi intención no es señalarte o humillarte, sino hacer que te sientas identificado/a con cualquiera de los malos hábitos alimenticios que aparecen y que puedas hacerte consciente de los aspectos que debes mejorar en tu día a día si quieres realmente tomar las riendas de tu propia salud.

Malos hábitos alimenticios | Desayuno 🍩
Tal vez porque la industria alimentaria te ha grabado a fuego que esta es la comida más importante del día, o bien porque te has despertado con un hambre voraz porque ayer no cenaste de la forma más adecuada, te lanzas a comer lo que sea con la hora pegada mirando el smartphone a cada rato, lo cuál eleva tu cortisol (hormona del estrés) a niveles máximos conforme abres los ojos. Te tomas un café con leche hasta arriba de azúcar (o sacarina) con un par de galletas “sin azúcar” (pero llenas de edulcorantes, harina refinada y aceite empotrado de girasol, lo cuál viene siendo peor que comerlas con azúcar) mientras le pones a tu hijo un batido de chocolate y una magdalena antes de llevarlo al cole.
Malos hábitos alimenticios | Media mañana 🌯
Como no has tomado nada de proteína, ni grasas saludables, ni fibra, ni básicamente ningún nutriente en tu desayuno, al poco de llegar al trabajo ya estás pensando en la hora del almuerzo, y te rugen las tripas, lo cuál hace que ni siquiera te puedas concentrar bien en lo que haces. Cuando llega la hora, sales rápidamente hacia el bar más cercano, y pides una tostada con tomate y aceite, otro café con leche hasta arriba de azúcar (o sacarina), y un zumo de naranja natural, porque te han convencido y crees fervientemente que, si es natural, es sinónimo de saludable.
Piensas en tu hijo y te llenas de tranquilidad (aunque debería de ser todo lo contrario) porque le preparaste en la mañana una lonchera con un bocadillo de chorizo y un zumo que sabes que ahora estará disfrutando en el recreo. Bueno… al menos él va a comer algo de proteína con el chorizo (aunque no sea de la mejor de las fuentes), pero tú de nuevo vuelves al trabajo con prácticamente 0 gramos de proteína en 2 comidas que has hecho. Si tus requerimientos de proteína diarios son de 70 gramos (cantidad bastante común), ya puedes correr en las siguientes ingestas.
Malos hábitos alimenticios | Almuerzo/Comida 🍽️
Hoy comes en casa de tus padres, por eso cuando recoges a tu hijo del colegio está bastante contento, aunque con un hambre atroz. Como sabes que siempre suele salir con bastante hambre, le has llevado un bollito previo a la comida “para matar el hambre” hasta que llegue a casa de los abuelos.
Ya en casa de los abuelos, os disponéis a comer la única ración de legumbres de la semana: unas exquisitas lentejas con verduras, pero también con jamón y chorizo. ¡Al abuelo casi se le olvida el pan! Por suerte tiene de sobra, bien refinadito y comprado en la panadería “artesanal” de la esquina.
¿Recuerdas el bollito que le diste antes a tu hijo? Pues ahora el niño, lógicamente, no tiene hambre, por tanto se come solamente medio plato de lentejas y no quiere la fruta de postre. Eso sí, su pedazo de pancito es lo primero que se ha comido.
Malos hábitos alimenticios | Merienda 🍫
Hoy te tocaba ir al gimnasio, pero te encontrabas tan sumamente cansado/a y te daba tanta pereza que, aprovechando que hoy el niño se quedaba en casa de los abuelos haciendo los deberes, te has ido a casa y te has echado una señora siesta.
Al levantarte, te ha dado un poco de ansiedad por picar algo, por lo que aprovechando tus escasos pero gratificantes ratos de soledad y tranquilidad has desempaquetado esa tableta de chocolate con almendras (70% azúcar, 25% cacao, 5% almendras) y te has dado el permiso del día (junto con todos los anteriores) comiéndote 3 onzas junto a una taza de té con limón y azúcar moreno (azúcar pintada de marrón) viendo una serie de Netflix.
Mientras tanto, el niño, con un hambre voraz, le ha pedido para merendar a su abuela un ColaCao (80% azúcar, 20% cacao) con galletas María (harina refinada, azúcar y aceite refinado).
¡Que aproveche!
Malos hábitos alimenticios | Cena 🥗
Llega el final del día, y claro, nos han enseñado que la cena tiene que ser ligerita o engordaremos irremediablemente e independientemente de lo que comamos. Por tanto, decides que te vas a preparar medio filete de merluza cocida con 4 hojas de lechuga y 2 rodajas de tomate, y con muy poquito aceite de oliva virgen, que te han dicho que como es una grasa engorda por la noche. Tampoco vas a comer fruta de postre, porque también te han dicho que engorda por la noche.
Para el niño, como ni el pescado ni la ensalada le hacen mucha gracia, le sustituyes la merluza por su alternativa apanada/rebozada sacada del paquetico del señor que “pesca” con su chubasquero amarillo, y de guarnición unas patatas bien fritas (ya que ibas a poner a freír la “merluza” empanada, que no se diga que no aprovechas el aceite).
Tras una “ligerísima” cena, tu hijo se dispone a dormir, pero tú como no tienes mucho sueño por la señora siesta que te pegaste antes, decides aprovechar la ocasión para ver con tu pareja un par de capítulos de la serie que estáis siguiendo juntos.
Poscena 🌙
Finalmente, al acabar la serie os disponéis a dormir, pero resulta que te ha entrado apetito por esa “copiosa” cena que decidiste hacerte hace hora y media, por lo que decides hacerte un vaso de leche calentito (recuerda que esto es otra comida más para tu organismo) y tomártelo revisando tus WhatsApps e Instagram en la oscuridad. Ambas cosas disparan tu cortisol (hormona del estrés) que a estas alturas ya debería estar en sus mínimos y, tras 15 minutos, te vas a la cama y no consigues pegar ojo hasta una hora después de dar mil vueltas. Además, ¿recuerdas ese tecito con más cafeína (o teína) de la tarde? Pues también está influyendo en tu alteración de cortisol, porque la cafeína tarda una media de unas 8 horas en eliminarse por completo del organismo. Solo te queda disfrutar de tu insomnio.
Al final del día has insultado terrible y repetidamente a tu cuerpo (y al de tu hijo), y no solo no has llegado ni a la mitad de proteína que tu cuerpo necesitaba (en 6 comidas diarias), sino que tampoco le has dado la cantidad de fibra, vitaminas y minerales que te lleva demandando durante mucho tiempo. Posiblemente tampoco la cantidad de agua suficiente.
¡Y mañana, vuelta a empezar!
¿Quieres acabar con todo este círculo vicioso de pesadilla? Pues lee nuestra guía de buenos hábitos alimenticios.